Cuando uno hace un viaje a un sitio nuevo, normalmente se decide por uno que le llame la atención. Lógicamente, nadie va a ir de vacaciones a un lugar que no le parece lo suficientemente atractivo como para conocerlo. En mi último viaje, fui a Granada para conocer la Alhambra. Era algo con lo que siempre había soñado, antes incluso de ser historiador del arte. Debí haber visto alguna película de dibujos animados o algo en lo que apareció esta magnífica ciudad andalusí. Sea cual fuere el motivo por el que todavía hoy adoro este emblemático lugar, lo cierto es que fui para conocerlo y terminé por enamorarme de otro pueblo granadino: Guadix.

Ya que estaba, quería aprovechar al máximo mi viaje, así que me detuve en casi todos los pueblitos que conforman Granada. Lo que nunca supe es que uno de ellos fuera a sorprenderme tanto como lo hizo. Y es que Guadix es puro encanto ya no solo por ser uno de los asentamientos humanos más antiguos de la península, sino porque realmente tiene muchos rincones de gran belleza artística, algo que a mi me venía además como anillo al dedo.

La riqueza de sus patrimonios artístico y arqueológico es prueba evidente de la gran historia que esconde este pueblo, donde además su exquisita gastronomía y sus armoniosas fiestas invitan a los viajeros a adentrarse en las maravillas accitanas.

Desde luego, la población de Guadix se distingue por una gran variedad de sitios que visitar y que sin lugar a dudas no te dejarán indiferente. Ya veis, yo que fui para conocer la Alhambra y resulta que me quedé fascinado con los encantos de los accitanos. Si queréis pues mi recomendación, en esta ocasión Granada tiene muchas más opciones turísticas de las que habitualmente se promocionan. No os dejéis llevar por lo que ya conocéis. Visitad Guadix y si tenéis la opción, quedaos en alguna de las casas rurales que hay por la zona. No tienen desperdicio.